El segundo encuentro de este trimestre estaba dedicado a La muerte de Ivan Ilich, de Tolstoi. Estuvo menos concurrida que otras veces, sin embargo, fue una sesión con una magia especial debido probablemente al tema central de la novela: la muerte. Si bien no hubo unanimidad, a la gran mayoría les pareció una obra maravillosa.
Comenzamos hablando del protagonista indiscutible, Ivan Ilich. Unos apuntaban que no les había dado ninguna pena el sufrimiento que padece y argumentaban que lo tenía merecido por su carácter ambicioso en cuanto al éxito profesional y su estatus social. Otros, por el contrario, sí habían sentido lástima por la tremenda soledad que transmite y por la actitud que su familia y amigos tienen con él.
En lo que sí estuvimos todos de acuerdo es que el personaje del sirviente que atiende a Ivan Ilich es enternecedor por su dedicación exclusiva más allá de sus obligaciones, su paciencia, su comprensión y su buen hacer.
Después la tertulia quedó centrada, como la novela, en el gran tema de la muerte. Lo comentamos desde dos puntos de vista diferentes, el del enfermo y el de la familia. Se dijo también que sigue siendo algo tabú, de lo que casi no hablamos en casa con nuestros allegados y que en muchos casos no sabemos hacerle frente.
Sobre el estilo del texto señalaron que se lee bastante fácil porque la trama y el lenguaje usado no son complicados. Precisamente en esta sencillez radica su grandeza, y es que a través de esta nouvelle de escasas páginas, el autor nos hace reflexionar sobre la muerte, y, por conscuencia, sobre la vida.
Antes de morir, Tolstoi dejó marcada su última lectura: "La vida es un sueño y la muerte es el despertar. La muerte es el principio de la vida". Esta frase de Michel de Montaigne resume a la perfección el mensaje que el autor nos transmite con esta novela.
Sinopsis: Ivan Ilich es un pequeño burócrata que fue educado en su infancia con las convicciones de poder alcanzar un puesto dentro del gobierno del imperio zarista. Paulatinamente sus ideales se van cumpliendo, pero se dará cuenta de que no ha servido de nada dicho esfuerzo; al llegar cerca de la posición que siempre ha soñado, se encontrará con el dilema de descigrar el signigicado de tanto sacrificio, y de valorar también el malestar reinante en el pequeño entorno familiar que se ha construido. Un día se golpea al reparar unas cortinas y comienza a sentir un dolor que lo aqueja constantemente. Poco a poco, Ivan Ilich irá muriendo, y planteándose el porqué de esa muerte y de esa soledad que lo corroe, a pesar de estar rodeado de personas.
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