jueves, 24 de marzo de 2011

Notas de la tertulia del 22-03-2011

Diario, de Ana Frank

La tarde del martes volvimos a juntarnos, esta vez para comentar el famoso Diario de Ana Frank. Aquí os presento el resumen de esta sesión y os invito a que lo completéis con aquello que consideréis oportuno.

Para empezar, hubo bastante división de opiniones respecto al libro. Hubo personas a las que les gustó mucho y hubo otras a las que les defraudó. El caso de éstas últimas se debía en gran parte a que era una segunda lectura. La primera vez lo habían leído siendo adolescentes, y por tanto, habían conectado más con la autora. Ahora, en cambio, les había decepcionado un poco, tal vez porque lo habían idealizado, o tal vez por el exceso de información que ha habido sobre el tema en los últimos años.

El diario comienza en junio de 1942 y se extiende hasta agosto de 1944. Durante todo este periodo, Ana nos describe la vida cotidiana, habla de sus compañeros de encierro, de los acontecimientos más significativos de la época, pero sobretodo, a través de sus escritos, hace una completa introspección. Se comentó que el formato diario se hace algo pesado cuando se lee durante mucho rato seguido.

El estilo del texto es fresco y espontáneo, sencillo de leer, porque tampoco se puede esperar algo muy elaborado cuando hablamos del diario de una adolescente. Se comentó, sin embargo, que hay fragmentos en los que puede parecer que la narración no pertenece a Ana sino a alguien con más experiencia.

La absoluta protagonista es Ana Frank, como no podía ser de otra manera tratándose de su diario personal. Se destacaron varias cosas en torno a ella. Se dijo que todo lo trataba desde el plano del egocentrismo, que no transmitía una sensación de tragedia en el día a día a pesar de la dureza del momento, y su actitud hacia sus padres era muy prepotente. Por el contrario, también se dijo que parecía ser una incomprendida rodeada de personas mayores, que expresaba los sentimientos de forma increíble y que, a pesar de su “chulería”, todos los días abría los ojos, todos los días se daba cuenta de los errores cometidos e intentaba subsanarlos.

La mayoría de los testimonios recogidos son sobre su convivencia con el resto de habitantes de la casa.  Una convivencia que tuvo que ser horrible, con muy poca intimidad, y que tal vez duró más de lo que en un principio pensaban.
Lo que más llama la atención es la relación con su madre y su hermana. Choca mucho que se lleven tan mal, que se hagan esos desprecios mutuos, porque no suele ser nada habitual, aún siendo Ana una adolescente. Lo que sí se advierte es que tiene celos de su hermana, pero también de su madre en relación al padre, al que Ana sí que adora y al que toma como modelo.
Por otro lado está Peter, el muchacho que ocupa el desván. Cuando se conocen a ella le resulta desgarbado y soso. Pero conforme van conociéndose, él le hace compañía, no la rehuye y encuentra en él al amigo que le falta. Ambos terminan enamorándose, aunque este primer amor se va diluyendo porque no es lo que Ana esperaba.
En relación a los otros ocupantes del escondite se comentó lo molesto que debió resultar el dentista Dussel, y el impacto que debió dejar en Ana las continuas riñas conyugales del matrimonio Van Daan. Estas disputas, que en una situación normal no suelen trascender siquiera a los hijos, allí se vivían de forma habitual y por tanto, daban a nuestra protagonista una visión poco común de la vida cotidiana.  

A parte de esto, Ana da detalles de otras muchas actividades. A muchos les sorprendía que todos estudiaban, leían y hacían cursos por correspondencia, o que consiguieran tanta comida y regalos para fechas señaladas. Sin duda, recibían mucha ayuda de sus cómplices, pero también se dejaba entrever que la familia Frank era privilegiada, tenían un poder adquisitivo importante, y además se preocupaban porque sus hijas recibieran una educación de calidad.

En cuanto a todo lo que ocurría fuera del escondite, no se dan demasiados datos. Algunos comentaron que las reflexiones e ideas políticas de Ana son impropias de su edad, parecen más bien de un adulto, expresiones que ha oído a su alrededor y que ella ha recogido en el diario.  Otros dijeron que al estar en continuo contacto con personas mayores, termina por reaccionar y pensar como ellos.

Algo que destacaron todos los tertulianos fue que a lo largo de todo el diario se aprecia el proceso de madurez de Ana. Así como al principio es tajante en sus juicios y su actitud, conforme va avanzando la narración va siendo más reflexiva. Por ejemplo, ya no es tan dura con su madre, analiza sus sentimientos, y su opinión también va cambiando. Cuando escribe se sincera, se vuelve vulnerable y desahoga toda la tensión acumulada con Kitty, su diario convertido en una amiga íntima a la que confiar todos sus sentimientos y secretos.

Para unos un relato conmovedor, para otros, un diario que ha perdido ya algo de actualidad, pero lo que realmente sigue siendo valioso es el testimonio de una familia judía en medio del horror de la II Guerra Mundial.

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