Ayer
era el día del libro y coincidía con una nueva cita de nuestra tertulia. Qué
mejor manera de celebrarlo que invitar a Jokin Azketa, al autor de Donde viven los dioses menores, para intercambiar
con él nuestras impresiones sobre su lectura.
Comenzó
Jokin contándonos el germen de su gusanillo por la escritura. Tras colaborar en
diversos medios, pero principalmente en un blog de cuadernos de viaje, surgió
la posibilidad de aventurarse en algo mayor. Se atrevió a desafiar al folio en
blanco y empezó a construir una historia ambientada en el medio que mejor
conoce, la montaña.
Comentaba
que durante el proceso de creación había disfrutado muchísimo, que tenía como
rutina escribir a media tarde y que procuraba hacerlo todos los días como si de
un ejercicio de entrenamiento se tratase.
Tras
su breve presentación nos leyó el comienzo de tres libros de viaje que a él le
parecen muy sugerentes. A continuación hizo lo propio con el suyo, abriendo la
tertulia y dejando en el aire una duda: ¿invitan también a leer estas primeras
líneas?
“Nunca me han gustado los entierros;
tampoco los funerales ni esas ceremonias en las que, cumpliendo o diciendo que
se cumple la voluntad del difunto, se esparcen sus cenizas por montes, playas o
calles.”
La
respuesta fue inmediata, sin duda, sí. El prefacio es una reflexión del
narrador que resulta al principio algo confusa porque no se sabe muy bien si es
el autor quien nos habla directamente, o es ya parte de la novela.
Efectivamente, todo es parte del argumento, y comprobamos al final de la
lectura que durante todo el libro se juega deliberadamente con los tiempos
narrativos. Jokin se encargó de aclarar que eran licencias que se había tomado
porque le venían bien para la historia.
Esto
nos llevó a hablar de la verosimilitud del relato. Tenía claro el autor que,
aunque la realidad puede superar a la ficción, sería muy raro que algo así
pudiera suceder y que en caso de que le pasara a alguien, le diera tanta
trascendencia a lo largo de su vida como hace el narrador de la historia.
Pero
Jokin se sirve de las situaciones límites que recrea para llevar a los
personajes por donde quiere. Nos muestra la parte más dura de la convivencia y
de las relaciones personales en un ambiente de tensión. Es en estos casos
cuando lo peor y lo mejor de cada uno aflora y cuando podemos conocer de verdad
cómo son las personas.
Pero
no todo son escenas asfixiantes, las partes más positivas del argumento son las
descripciones de la belleza del paisaje pirenaico, el valor de la amistad
verdadera y la lectura como refugio y vía de escape. Todas ellas, expresadas a
través del narrador, son opiniones del propio Jokin que han quedado reflejadas
en el texto y con las que todos comulgamos.
Se
cumple ahora un año de la publicación de la novela y tras un tiempo de
reflexión, Jokin hacía autocrítica. Tal vez los personajes estén solo esbozados
y debería haber profundizado más en ellos, comentaba tambien que la historia en
otras manos con más oficio hubiera estado mejor desarrollada. En cualquier
caso, el resultado no hubiera sido el que es, y esto le servirá de aprendizaje
para su próximo proyecto que, según nos confesó, parece estar ya bastante
avanzado.
Para
finalizar la sesión, y aprovechando su condición de librero, le pedimos
recomendaciones literarias para el club. Nos sugirió varios nombres: Paul
Theroux, Peter Matthiessen, Colin Thubron, y a nivel nacional, Gabi Martínez y
Ander Izagirre.
El
tiempo de la tertulia se hizo corto y muy breve, muchas dudas y preguntas se
quedaron en el tintero, pero tenemos la suerte de tener cerca a Jokin. Espero
que él se sintiera tan a gusto como nosotros, creo que el intercambio fue mutuo,
y deseo también que vuelva a visitarnos pronto, bien con su última novela o
bien como avezado lector de literatura de viajes.