El
19 de marzo, San José, fecha en la que se celebra el día del padre, nos
juntamos para charlar sobre Sukkwan
Island, de David Vann. Remarco la fecha porque el protagonista indiscutible
de la novela es el padre y también lo fue el de la tertulia.
Algunos
estaban deseando comentar la terrible experiencia lectora que les había
supuesto el libro. Terrible, no porque sea malo, sino porque el relato es durísimo. Un padre, Jim, y un hijo, Roy, que se marchan a una isla
desierta en Alaska con la intención de permanecer allí un año para conocerse
mejor. El planteamiento parece prometer aventura, diversión y supervivencia.
Nada más lejos de la realidad, porque lo que nos encontramos es un padre
deprimido que arrastra a su hijo a situaciones horribles que terminarán
desencadenando la tragedia.
El
relato es en parte autobiográfico
porque David Vann vivió una situación parecida. Su padre le invitó a pasar un
año juntos en Alaska, él declinó la oferta y su padre se suicidó dos semanas
más tarde. Se trata pues de un ejercicio de desahogo que el autor plasma en una
novela que desorienta, sacude cimientos y convicciones, aborda un tema muy
delicado, el suicidio, y todo ello con un escenario inhóspito y salvaje que
está a medio camino entre el atrezzo y el protagonismo.
La novela está dividida en dos partes. La primera de ellas, narrada desde el punto de vista
del hijo, era la que más había gustado a todos. A pesar de tener pocos elementos de acción, el
autor mantiene la tensión narrativa a la perfección. La segunda parte, con el
punto de vista del padre, se hace más incómoda, más repetitiva y algo pesada.
El
estilo del autor es uno de los
puntos fuertes del libro. Es brillante, impecable, sin adornos pero eficaz. Usa
recursos como la ausencia de capítulos o la reiteración para contribuir a la
sensación asfixiante y propiciando que el lector devore la novela en poco
tiempo.
Sobre
los personajes, como se comentó
antes, el padre centró toda la sesión. De él se dijo que era una persona
cobarde, manipuladora, inmaduro, impresentable, incapaz de vivir en soledad y
poco o nada hábil para comunicarse con su hijo. En cuanto a éste último, a
todos les pareció mucho mayor de lo que en realidad era por la madurez o la
habilidad que demostraba en determinados momentos.
También
se habló de la madre, a muchos les costaba creer que dejara ir a Roy un año
entero con su padre a la isla. Otros, sin embargo, habían tenido la sensación
de que le estaba presionando para que fuera, porque le hace pensárselo dos
veces antes de tomar la decisión.
En
definitiva, se trata de una pesadilla narrada con un estilo apabullante que no
deja indiferente y que atrapa desde la primera hasta una última frase, tan
sencilla como tremenda:
"Simplemente
no había entendido nada a tiempo"
Sinopsis de la editorial:
Una
isla salvaje en el sur de Alaska, a la que solamente puede accederse en barco o
hidroavión, repleta de frondosos bosques húmedos y montañas escarpadas. Este es
el inhóspito decorado que Jim ha elegido para fortalecer las relaciones con su
hijo Roy, a quien apenas conoce. Doce meses por delante, viviendo en una cabaña
apartada de todo y de todos, colaborando hombro con hombro: parece una buena
oportunidad para estrechar lazos y recuperar el tiempo perdido. Pero la
situación, poco a poco, deviene claustrofóbica, asfixiante, insostenible.