La
tarde del martes nos juntamos nuevamente para hablar sobre El Señor Pip, la novela
de Lloyd Jones. No suele ser
habitual, pero ayer todos estuvimos de acuerdo en valorar de forma positiva
esta obra.
Comenzamos
hablando sobre lo real que parece el
texto. Está ambientado principalmente en los años noventa y parece que estemos
leyendo un testimonio verídico sobre algo que ocurrió durante la guerra civil
en la isla de Bouganville, del archipiélago de las Islas Salomón. Esto se debe a
la técnica y el estilo impecable del escritor, que se pone en la piel de una
mujer, Matilda, que recuerda parte de su infancia y juventud.
Otro
de los aspectos más importantes de esta obra es que rebosa metaliteratura. Cuando
estalla la guerra civil en la isla, el único hombre blanco que no ha salido es
el Sr. Watts, que se ofrece para ser el nuevo maestro del poblado. Su método de
enseñanza consiste en leer diariamente su libro preferido de Dickens, Grandes esperanzas. La lectura diaria de
la obra y su protagonista, Pip, se colarán en las mentes de los niños y en la
de Matilda, ofreciéndoles un nuevo mundo al que escapar para olvidarse de la
barbarie que les rodea. Además de esto, el profesor pide a los adultos de la
aldea que acudan a la escuela para que compartan con los escolares todo aquello
que crean conveniente.
Algunos
comentaron que, dada la gran presencia que tiene el argumento de Grandes esperanzas, tal vez hubiera sido
conveniente haber leído antes esta novela. Otros, por el contrario, no lo
consideraron tan relevante. En lo que sí estuvieron todos de acuerdo es en la importancia que se le da en esta obra a
la lectura y a la tradición oral.
Además
de esto, podemos encontrar otros temas
como la crudeza de la guerra, la violación de los derechos humanos en este tipo
de conflictos, el racismo o el choque de creencias religiosas. A pesar de
contener escenas de extrema dureza (asesinatos, violación, etc.), están muy
bien contados porque el autor no se detiene a recrearse en la crueldad, algo
que los lectores valoraron mucho.
Los
personajes de la novela son
fantásticos, bien construidos, destacando entre ellos el Sr. Watts.
Carismático, noble, educado y siempre dispuesto a mostrarles a los niños que la
imaginación puede con todo. La madre de Matilda también tiene un peso
importante en la trama, siempre en contra del Sr. Watts, porque considera que
no les enseña nada útil para el sitio donde viven.
En
resumen, se trata de una obra conmovedora
y desgarradora, de la que se
desprenden varios mensajes. Grandes esperanzas les descubre a los
niños que la vida puede dar una segunda oportunidad en cualquier momento. Les
enseña además, que la imaginación puede evadirnos de la realidad y llevarnos a
cualquier lugar, y nada ni nadie nos la puede robar. Pero, lo más importante es
el valor que el autor le da a la lectura como bálsamo y vía de escape, cuando
nos sumergimos en un libro el tiempo queda suspendido.
“…Pero no se puede fingir que se lee un libro, tú ya lo sabes, Matilda. Los ojos te delatan. También la respiración. Una persona cautivada por un libro sencillamente se olvida de respirar. Aunque arda su casa, un lector absorto en un libro no levanta la vista hasta que el papel pintado de las paredes esté en llamas…” (pag. 159)
Sinopsis de la editorial:
Hacia
1991, durante los primeros compases de la guerra civil que asoló la remota isla
de Bougainville, la joven Matilda y su madre viven solas ante la ausencia del
padre, que debió emigrar tras perder su trabajo en las minas de cobre. Entre quienes
se quedaron en la isla está el señor Watts, un excéntrico hombre blanco que un
buen día decide reabrir las puertas de la escuela y ejercer de maestro. Su
método es combinar la lectura en voz alta de capítulos de Grandes esperanzas, su novela favorita de Charles Dickens, con la
intervención de las gentes del pueblo que quieran compartir consejos prácticos
acerca de cómo sobrevivir en su entorno. De esta forma, el improvisado maestro
logra atrapar el interés de sus jóvenes alumnos, cautivados por las aventuras y
desventuras de Pip, el joven huérfano protagonista de la novela de Dickens.
Para Matilda, Pip es tan real como su madre, alguien que además de ofrecerle
orientación y consuelo se convierte en la amistad más fecunda e importante de
su vida. Sin embargo, en un país en guerra, el poder de la imaginación puede
ser visto como una provocación peligrosa.